martes, 3 de mayo de 2016

MI EXPERIENCIA COMO VOLUNTARIA

¡Hola a todos y a todas!
Como anuncié por la página de Facebook, esta va a ser una entrada algo más personal. 
He estado inactiva en cuanto al blog ya que desde hace algo más de un mes comencé un voluntariado como monitora en el aula de Apoyo a la Integración de un colegio. Y esto, junto a que estoy realizando ya el TFG, me lleva bastante tiempo.

En este voluntariado, mi "trabajo" principalmente es acompañar durante las clases a niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista, os dejo aquí un enlace donde podéis encontrar más información sobre este trastorno); aunque también paso tiempo junto a niños con otro tipo de dificultades de aprendizaje o integración. A cada uno de los monitores que estamos en este colegio, se nos ha asignado un niño al que debemos acompañar, aunque realizan la mayoría de actividades todos juntos o integrados en el aula ordinaria.

Los que me conozcáis, sabréis la mala experiencia que tengo del año pasado con el "trabajo" con niños. Para los que no, os pongo en situación. Pasé seis meses como niñera en una familia algo desestructurada. Tuve que hacerme cargo de un niño de nueve años cuyos padres estaban trabajando todo el día, el niño a lo largo del día prácticamente no les veía. Y se había criado sin la figura de un padre ni de una madre, y sin la autoridad que eso conlleva. Me convertí sin darme cuenta en el padre y la madre de un niño que no había recibido la educación que se merecía, y yo, que al fin y al cabo, era una extraña, poco pude hacer.
De esta experiencia saqué muchísimo aprendizaje, conocerme a mí misma y verme capaz de sacar adelante una casa y un niño (puede parecer exagerado, lo sé, pero de verdad que fue así) ¡¡y la idea fija de que no quería volver a trabajar con niños en mi vida!!
A mi los niños siempre me han gustado, no era la primera vez que trataba con ellos, pues he trabajado en varias ocasiones con niños pequeños y además, he crecido siendo la mayor de veintiún primos, y a la llegada de cada uno de ellos me emocionaba, me ha gustado siempre cuidar de ellos y jugar con ellos. Pero como os digo, esos meses de "trabajo" me dejaron un mal recuerdo.

Pero ahora, un año después de esa maravillosa experiencia, se me presentó este voluntariado, que a la vez me servía como formación, pues nos dieron un curso previo y al finalizar el voluntariado obtendré un título acreditativo. Así que dadas mis circunstancias, lo acepté, con miedo, bien lo saben mis amigos, pero con ganas e ilusión, pues me encontraba en un momento en que me sentía vacía y esto me abría una puerta que no podía dejar pasar.

Nunca antes, ni durante la carrera ni en mis prácticas, había tratado con niños con TEA, y sabía bastante poco de cómo trabajar con ellos, apenas lo que me contaba una amiga que había trabajado durante nuestra convivencia en Granada en un aula específica. (¡Gracias por esos muchos minutos al teléfono, Irene! Que no te haya tenido que volver a llamar, es buena señal, jeje)

Así que empecé, y allí sigo yendo todas las mañanas hasta que acabe el curso ilusionada y ¡encantada con los niños! La idea que la sociedad tiene de los niños con autismo, es muy confusa. Hay diferentes grados de autismo, además tras la última versión del DSM-V, se han incluido otros trastornos que antes eran considerados por separado, dentro del espectro autista; con lo cual, no hay dos niños iguales. Pero voy a dejar los tecnicismos a un lado, y voy a centrarme en lo humano.

Cuando empecé el voluntariado, la clase de integración y algunos niños de las demás clases, estaba preparando un teatro para un certamen de teatro escolar, y todas las mañanas pasábamos unos ratos muy divertidos con las ocurrencias de los pequeños (aunque también había algún que otro sofoco en el intento de ponerlos a todos en orden para ensayar).
En apenas dos días con ellos, mi percepción acerca de trabajar con niños ya cambió (de nuevo, para bien). Iba todos los días al colegio, y sigo yendo, ilusionada. Esperando un "seño, hoy se te han olvidado las cosquillas", "seño, ¿cómo te llamas que no me acuerdo?", o un abrazo de un niño con el que sólo me cruzo en la puerta del aula. Son gestos que estoy apreciando y valorando, y que no me imaginaba que pudiesen significar tanto.
Estoy aprendiendo mucho, muchísimo, sobre las necesidades que tienen los niños, tanto afectivas como educativas, fuera de que exista una etiqueta de TEA, todos son niños y tienen las mismas necesidades e inquietudes.
Cada día llego a casa con una anécdota que contar con una sonrisa en la cara. La semana pasada, incluso una de mis primas llegó a decirme "Me parece increíble que tu estés hablando así de los niños".
Gracias a este trato diario con niños, estoy descubriendo mi lado más humano, que la verdad, lo dejo ver poco, soy bastante fría. Pero el ver cómo esos niños evolucionan día a día gracias al trabajo de todo el equipo y del suyo propio, es una gran satisfacción, y poder acompañarlos en ese proceso, es mágico. Notar como un niño necesita proximidad física, identificarte por tu olor para sentirse seguro, hace que valore mucho más que antes las relaciones humanas, el contacto, un abrazo. Cosas de las que antes, podría decir que hasta huía.

También percibo como un niño nota que se le ha puesto una "etiqueta", de travieso, de desobediente, de "tonto", y sienten que son los raros, que se les excluye, que una hora o dos al día, los sacan de su clase porque se les considera distintos a los demás. Y a la hora de trabajar con ellos, son ellos mismos los que te dicen "seño, no hace falta, si yo sé hacerlo". Recuerdo un día que uno de los niños me pidió por favor, que le acompañase a su clase, sólo para que le dijese a su profesor que había hecho los deberes solo, sin mi ayuda, porque su profesor no le creía. A pesar de ser niños, perciben que algo pasa, pero ellos se consideran uno más, capaz de desarrollar los mismos objetivos que se les piden a sus compañeros.

Podría seguir muchos párrafos más con esta entrada, pero no me gustaría que se hiciera pesada.
Como conclusión, sólo saco cosas positivas de esta experiencia, aprendizaje como "psicóloga" que nunca se sabe cuándo me será útil; y como persona, pues estoy reconciliándome con los niños de algún modo, jeje, y estoy conociéndome mucho más además de sentirme útil y realizada como persona y psicóloga.

Para terminar, debo agradecer a la asociación "Borrando diferencias" la oportunidad que nos han dado, a mi y a mis compañeros, de vivir esta experiencia, porque ya, más que valorarlo como formación, yo lo valoro como una experiencia personal.

Espero que la lectura os haya parecido amena,
volveré pronto con más contenido específico.
Muchas gracias por leerme.